Nombre: Gilberto Américo Alas Sola, a 2.056 km de casa.
Ocupación: Doctorante en Ciencias Sociales en el Colegio de San Luis A.C.
País de residencia: México.
País de origen: El Salvador.

Cuando que era adolescente tuve que movilizarme desde mi pueblo hasta la capital para estudiar la Licenciatura en Relaciones Internacionales, desde ahí comprendí que mi vida siempre iba estar en movimiento constante. Cuando decidí migrar a San Luis Potosí, México por cuestiones académicas, ya que inicié a estudiar mis dos Maestrías, una en Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, y la segunda en Estudios de Migración Internacional en el Colegio de la Frontera Norte de México, comprendí que mi vida iba a dar un giro de 360º, porque tenía que dejar mi entorno de seguridad y confort que construí en El Salvador, mi país de origen.

La decisión fue muy dura, porque tienes el temor a lo desconocido, a lo incierto, pero sobre todo lo hice porque era mi forma de expresar lo grande que pueden ser nuestros sueños de superación y sobre todo poner a un país y una familia que con mucho orgullo y limitaciones apoyaron mi carrera.

Al principio fue muy complicado porque para mí todo era diferente, desde el acento hasta los tipos de comidas, y eso que México está relativamente cerca de Centroamérica. Luego fui conociendo mucha gente potosina, mexicana, colombiana, centroamericanos, que hicieron mi estancia como si estuviera en casa. Ahora me dedico a lo que siempre me ha gustado, que es crear herramientas institucionales y académicas para la protección y apoyo de las personas migrantes en territorio mexicano, y sobre todo contar sus historias desde una perspectiva salvadoreña, porque solo nosotros conocemos y sabemos la realidad que se vive en la región.

Una vez me preguntaron que si yo me arrepentía de la decisión de migrar a México, y no, nunca me arrepentiré, porque fue y sigue siendo un salto a mi superación profesional, a la libertad personal y a probarme constantemente que puedo ser mejor para mí y para los demás, y que no importa de donde venimos ni de qué país, lo más relevante son las ganas de superación y de escribir una historia diferente en nuestras vidas.

El mayor reto que he tenido en territorio mexicano es romper con los estereotipos sobre la persona migrante, pues un migrante salvadoreño también puede llegar muy lejos a pesar de la sociedad a veces es excluyente en la que vivimos. Con paciencia, amor y dedicación a lo que haces, puedes romper todos esos estereotipos.

Muchas veces me subo a un avión o abordo un autobús sin saber a lo que más adelante me enfrentaré. Lo único que me mueve es la fe, las ganas de poner en alto a mi madre y mi hermano, que continúan en El Salvador, y el servicio al prójimo, ya que sin todas aquellas historias de vida de las personas migrantes con las que he tratado, no podría construir respuestas y esfuerzos en pro de su protección.

SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES