Nombre: Karla, a 440 km de casa.
Ocupación: Emprendedora.
País de residencia: México.
País de origen: El Salvador.

Mi nombre es Karla Rodríguez, tengo 24 años. Dejé El Salvador cuando tenía 20 años y vine a México. Yo estaba estudiando una licenciatura en idiomas en mi país, pero por la situación económica y de inseguridad tuve que dejar mis estudios. Recibí amenazas y decidí ya no continuar.

Siempre en mi país, empecé a buscar trabajo y no logré encontrar uno. Mi hermana estaba trabajando en una zapatería de ciudad Hidalgo, en México, y me dijo que viniera a trabajar con ella. Decidí venir a México y trabajando aquí conocí a mi esposo. Él es de Guatemala y también vino por trabajo a México.

Nos empezamos a conocer más y más, y nos acompañamos. Yo siempre fui buena para la cocina y todos los días yo preparaba algo diferente en la casa. Un día con mi esposo decidimos poner un restaurante de comida salvadoreña para poder ganar mejor. Ahorramos dinero y nos lanzamos con el restaurante. Empezamos con una estufa muy pequeña, y todo pequeño, pero con las ganas de trabajar. Al principio fue difícil porque la gente no nos conocía y lastimosamente sufrimos un poco de discriminación por ser salvadoreños.

Yo empecé a hacer muestras de comida para que los clientes probaran antes de comprar y les empezó a gustar. Con esto empezamos a ganar clientela e incluso nos pedían a comida a domicilio. Así nos han ido conociendo y el negocio está funcionando bien.

Al principio, no teníamos ningún empleado. Mi esposo era el mesero y yo la cocinera. Cuando el negocio fue creciendo, fuimos necesitando más ayuda y pudimos contratar personal. Ahora tenemos 3 empleadas centroamericanas de Honduras, de El Salvador y de Guatemala. Ellas son migrantes que también vienen en busca de algo mejor.

El hecho de ser migrante me dio el impulso y la motivación para emprender mi negocio. En El Salvador me daba miedo porque tuvimos malas experiencias. Los delincuentes nos pedían dinero cuando nos veían vender. Pero acá, no tenemos esos problemas y podemos trabajar a gusto.

Lo bueno de ser migrante es que conoces a nuevas personas y empiezas de cero. En mi caso, logré tener éxito en mi negocio y logré formar mi familia. Lo malo es que a veces hay personas que nos discriminan pero eso no tiene que ser motivo para rendirse. Hay que buscar la manera positiva de salir adelante. Conozco más ejemplos de migrantes que empezaron de cero y lograron tener éxito en el transcurso del tiempo.  

SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES